El título puede sonar un tanto pretencioso, pero son las mismas palabras que tenía en mi cabeza el día que escribí las siguientes palabras...
Esa frase se escucha en el tema de Fito Páez, "Lo que el viento nunca se llevó", cuando Fito aún tenía esa habilidad para generarme algo; y esa canción fue la que sonó en mi cabeza a cada rato el breve tiempo que estuve en El Chaltén. Llevo un mes y medio en el sur, y si bien la experiencia hasta ahora ha sido muy buena, a nivel paisaje El Calafate estaba en deuda con mis expectativas. El glaciar es espectacular sí, pero el pueblo es un "naaah". Y si tenemos en cuenta que el glaciar está a 80 km del pueblo, y que cada actividad en el parque no baja de los 500 pesos promedio, las posibilidades de disfrutarlo a menudo son pocas. Por eso haber conocido El Chaltén estos últimos días me generó por un lado una sensación de "injusticia", es claramente la chica linda del curso, pero por algún motivo desconocido todos están distraidos mirando las "tetas" de El Calafate; y por el otro lado... mejor para mí, menos competencia.
"Arriba todos es un día de sol", precisamente así arranca la canción de Fito, y así arrancó ese lunes en que me levanté temprano para irme a tomar el micro que me llevara los 230 km de distancia que hay entre las dos ciudades; primero atravesando la meseta patagónica para ir avanzando con rumbo norte por la mítica ruta 40 y al doblar en la ruta 23 irse metiendo de lleno en la cordillera donde empieza a aparecer el mítico Fitz Roy de fondo.
Uno llega a El Chaltén un día despejado y es amor a primera vista. El pueblo es muy lindo (a falta de algún adjetivo más original), construcciones de no más de dos pisos, en un valle completamente encerrado por montañas, y con el río Fitz Roy en la entrada, y el río De las Vueltas en el fondo. Si eso no alcanza para enamorarte, levantá los ojos y mirá la fila de montañas, una al lado de la otra, cada una con una forma más increíble que la anterior, agujas que se desafían entre ellas para ver quien molesta más de cerca al sol.
Así como bajé del micro, busqué un hostel, tiré las cosas en un depósito y puse camino a la senda de la Laguna Torre. No voy a gastarme exagerando adjetivos, porque no tengo la pluma de un Borges o un Cortazar, trataré de que las fotos muestren lo que yo no puedo describir con palabras, pero tampoco tengo el talento de un ................ (NdR: Completar con el nombre de algún fotógrafo prestigioso, yo no conozco a ninguno) Es una senda de unas 3 horas de ida, donde atravesás bosques, ríos, cascadas, miradores, y el Fitz Roy y el Cerro Torre de fondo. Tres horas después llegaste a la Laguna Torre, y te quedás sin palabras, yo no podía dejar de pensar "esto es ridículo, no puedo estar viendo esto" El Cerro Torre dominaba el paisaje, según los expertos el cerro más difícil de escalar del país y el sexto a nivel mundial, aún sin tener una gran altura; pero los que se atrevan a desafiarlo van a encontrarse paredones interminables en cualquiera de sus caras. Y volviste al hostel, y te quedás pensando en lo que viste hoy, y hablás con gente de todas partes del mundo que viajaron para ver algo que nosotros tenemos relativamente "cerca" y no muchos hemos tenido la oportunidad de conocer.
Y al día siguiente me levanto decidido a encarar la senda a la Laguna de los Tres, la que más te acerca al Fitz Roy. Lamentablemente hoy el clima no está de mi lado, las nubes encapotan el cielo y juegan a esconder las cumbres más altas del pueblo. Descubro que unas chicas a las que les pedí que me sacaran una foto el día anterior, se hospedaban en el mismo hostel e iban a iniciar la misma senda. De esa forma, una suiza, una chilena y un argentino comienzan una senda que les llevará en total unas 9 hs. Entre nosotros nos hablamos en inglés, si bien no es el idioma nativo de ninguno. Y las mismas sensaciones del día anterior se repiten, uno queda maravillado con el paisaje nuevamente, pero no me crean, vean las fotos... o mejor aún, vengan. El camino se hace más llevadero cuando uno va hablando, y si bien el tramo final exige desde lo físico y el viento ataca cuando uno está tan arriba ("lo que el viento nunca se llevó" dirá Fito. Nosotros tres almorzando ahí somos la prueba viviente), nada importa. Te duele todo, las ampollas más chicas de mis pies ya están por ser mayores de edad, pero se disfruta de una forma increíble. No tengo idea de de lo que es el alma, pero debe ser eso que se le alegra a uno estando en un lugar así.
Y el último día hago tres caminatas cortas, "El chorrillo del Salto", "Mirador de las águilas" y "Mirador de los cóndores" Acá son actividades de "relleno" cuando en cualquier otros destino serían el atractivo principal. Nuevamente el clima no ayudó, pero nada opaca el momento. Fito ataca de nuevo desde su canción y me dice "cuando el mundo se pone oscuro, se pone lento, todo mal; por el mundo, yo no me dejo desanimar" Y yo creo que estos recuerdos van a ayudar si en algún momento los malos momentos llegan.
La visión de paraíso de cada uno puede variar, para algunos tal vez es la imagen de estar tirado acostado en una reposera, en una playa paradisíaca de la Polinesia Francesa y tomando un trago; mi versión es distinta: en mi paraíso yo no puedo estar acostado, estoy moviéndome, para que fuese perfecto tal vez me hubiese faltado la gente que uno quiere, pero ya habrá oportunidad. Tenés razón Fito, "El paraíso es un lugar", y se llama El Chaltén.